PERVIVENCIA DE LENGUA ORIGINARIA 

Héctor Cruz Lomelí

No se escuchan las tiernas notas de su melodía,

no se escucha el noble canto de su expresión,

el viento sopla intensamente en las montañas,

pero los ecos; ¡ya no repiten su dulce voz!

 

Injustamente la han condenado al cruel silencio,

muchos predicen; “que con el tiempo ha de morir”,

y ven pasar los días de gloria de su grandeza,

sin que se atienda; su agonía y su gran sentir.

 

En su clamor ha implorado romper esquemas,

que la condenan a ser bandera de opinión,

donde las leyes están escritas con letra muerta,

y los discursos con mil promesas de ocasión.

 

Su pervivencia no es de discurso o de proclama,

pues ella vive en las culturas de mi nación,

en la palabra que los ancestros nos heredaron,

que es pensamiento y sentimiento del corazón.

 

Viva la lengua que nuestros padres nos enseñaron,

lengua divina que es aprendida con mucho amor,

y que al hablarla comunicamos e intercambiamos,

la sabiduría que de las culturas milenarias floreció.

 

No permitamos que el tiempo pase y la condene,

no la dejemos de hablar en familia o sociedad,

porque en esencia la lengua originaria es filosofía,

que a las personas y pueblos brinda identidad.

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