¡2 DE OCTUBRE NO SE OLVIDA! EN MEMORIA DE LOS CAÍDOS
En la plaza de las tres culturas de Tlatelolco fue reprimida una de las manifestaciones estudiantiles y políticas más importantes del país, un movimiento de bases que hizo temblar al gobierno del asesino Gustavo Díaz Ordaz.
El movimiento estudiantil de 1968 inició el 12 de julio tras un conflicto entre estudiantes de las vocacionales 5 y 2 del Instituto Politécnico Nacional (IPN) donde tuvo participación el grupo de granaderos de la ciudad de México para disolver la pugna con excesiva violencia deteniendo a varios de los estudiantes.
Al día siguiente, la acción represiva y de violencia de los policías de la ciudad fue repudiada a tal grado que el 27 del mismo mes los estudiantes habían organizado una marcha contra la violencia policial y la defensa de sus derechos humanos.
Varias instituciones educativas del Instituto Politécnico Nacional se sumaron al paro de labores y a la marcha convocada se unió la UNAM y la Universidad Chapingo, sin embargo, el gobierno no escuchó el llamado estudiantil y nuevamente envió a la fuerza represiva a contener la manifestación hecho que provocó un mayor descontento.
La movilización inició exigiendo la destitución de los mandos policiacos ante la brutalidad contra los estudiantes, la desaparición de los granaderos, la desaparición de los grupos de choque y la cancelación del delito de “disolución social” término que utilizaban los policías para someter a la sociedad no solamente estudiantil.
Ante la creciente manifestación estudiantil el Gobierno de Díaz Ordaz decidió que el ejército mexicano tomara las instalaciones de la UNAM con el propósito de disolver las protestas, no obstante, el Consejo Nacional de Huelga (CNH) no fue contenida. El ejército abandonó las instalaciones de la UNAM y de la IPN el 1 de octubre de 1968, un día antes de la masacre en Tlatelolco.
El 13 de septiembre los estudiantes dieron una lección al Estado, marcharon con pañuelos en la boca una manifestación que se conoce como la marcha del silencio precisamente para que los policías no argumentaran actos de provocación para justificar su represión.
La constante persecución o acoso policial y del ejército provocó que el 2 de octubre de 1968 se convocara a un mitin en la plaza de las tres culturas, pero ante la cercanía de los juegos olímpicos en la ciudad de México Díaz Ordaz y su cadena de mando tomaron la decisión de disolver a toda costa la organización estudiantil porque era una amenaza a la gobernabilidad del 12 de octubre.
Por ello, el mitin estudiantil en la plaza de las tres culturas en Tlatelolco fue el momento propicio para que las fuerzas del Estado ejecutaran el mayor genocidio de la historia de México.
La historia registra que el batallón Olimpia con más de 1500 elementos se infiltró en la multitud estudiantil y vestidos de civiles con un guante blanco orquestaron la persecusión y el crimen de Estado, desde el edificio Chihuahua llegaron a los oradores del mitin y con ayuda de sus francotiradores causaron la muerte de muchos estudiantes, amas de casa, intelectuales y profesores que se dieron cita en la manifestación pacífica.
Cerca de las seis de la tarde el sobrevuelo de un helicóptero y el disparo de dos bengalas sobre la plaza fue la señal para callar la protesta que hacía temblar al Estado. Así, el ejército mexicano tuvo el pretexto para disparar sin pausa, matar y detener a muchos estudiantes, principalmente a los dirigentes a través de los infiltrados de la Dirección Federal de Seguridad.
La matanza de Tlatelolco como se conoce este hecho, ha sido repudiada desde el año 1968 y hoy en el marco de la Pandemia por el Covid-19 la memoria de los caídos sigue en la memoria de la lucha social de estudiantes y de organizaciones sociales para exigir Justicia y la no repetición de la represión en el país.
Lamentablemente, el ejército mexicano y la fuerza policial del Estado no ha dejado las viejas prácticas represivas, por ello, han provocado la desaparición de nuestros compañeros estudiantes normalistas de Ayotzinapa, han matado y desaparecido a los luchadores sociales, han amedrentado a los pueblos en resistencia y con la reforma educativa cometieron otro crimen en Nochixtlán.
Ante los agravios, la digna lucha sigue exigiendo Justicia, alto a la represión y la criminalización de la protesta social. A 52 años de la masacre del 2 de octubre, el pueblo mexicano consciente no perdona, no olvida.
*CENCOS XXII – PRENSA Y PROPAGANDA*