JOHN SAXE-FERNÁNDEZ/ I

 La Jornada, Economía

Jueves 03 de septiembre de 2015

Ante abundantes estudios ofrecidos por revistas de alto calibre de la comunidad científica sobre el calentamiento global por la emisión humana de gases con efecto invernadero (GEI) y de la acelerada pérdida de biodiversidad también de corte antropogénico, uno de ellos en Climatic Change (2014) de Richard Heede y otro más en Science (2015) de Gerardo Ceballos et al, así como artículos y entrevistas publicados por The Guardian, considero necesario hacer la pregunta del encabezado. Esto, por las advertencias y el inusitado consenso de la comunidad científica sobre la necesidad, urgente, de recortes vinculantes e inmediatos de las emisiones de GEI en la COP21 la cumbre climática, París, Nov./Dic./15. Máxime que esas fuentes advierten que la ventana de oportunidad para evitar una catástrofe bioclimática, puede estar cerrándose.

Sólo desde un enfoque interdisciplinario, de corte enciclopédico, en diálogo entre las ciencias naturales, las humanidades y las ciencias sociales, es posible lograr la precisión necesaria para determinar ¿qué hacer? Ese es un enfoque necesario en lo atmosférico, geofísico y biológico y en lo que atañe a la historia, la economía política y la sociología. El estudio de Heede es una laboriosa investigación sobre las emisiones acumuladas de dióxido de carbono y metano de los productores de combustibles fósiles y de cemento, de 1854 a 2010. Ese estudio mostró que tan sólo 90 corporaciones, algunas descendientes de la Standard Oil Company: Chevron/Texaco, Exxon/Mobil, y otras como BP, Total y Shell (las cinco grandes) a las que se añaden entes estatales y otras manejadas por gobiernos, han generado dos tercios de los GEI (Co2/metano, etcétera) acumulados en la atmósfera desde los inicios de la era industrial (circa 1750).

Susanne Goldenberg (The Guardian, 20/11/13) informa que Heede realizó la investigación a lo largo de varios años y que se conoció en las negociaciones climáticas de 2013. Mostró que la mitad del CO2/metano fue lanzado a la atmósfera en los últimos 25 años, es decir, cuando tanto gobiernos como grandes corporaciones ya estaban enterados de que el aumento de GEI por la quema de carbón, petróleo y gas natural, era causa de cambio climático peligroso (ibid). El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) advirtió que a las tasas de emisión de entonces, en sólo 30 años se tendría que alcanzar la cantidad de GEI que llevara el clima a un aumento de no más de dos grados centígrados 2Cº desde la era pre-industrial (a la fecha ya aumentó 0.8Cº) aunque estudios de James Hansen et al, advierten que aún un aumento de 2Cº, considerado seguro, sería catastrófico, acortándose los plazos. Hansen es el ex científico de la NASA y de la Universidad Columbia cuyo testimonio ante el Senado de EU en 1988 hizo público el fenómeno del calentamiento global vinculado a la quema de combustibles fósiles.

La relevancia política del estudio de Heede la sintetizó Al Gore, quien, ante las fuertes discusiones sobre las responsabilidades de las naciones, dio importancia a la identificación de aquellos que son históricamente responsables por la contaminación de la atmósfera, porque tienen la obligación clara de ser parte de la solución. De aquí la necesidad de revisar al detalle el modus operandi a todo nivel de las 90 firmas de energía y cemento responsables por las emisiones de CO2 y metano en ese periodo (casi un billón –trillion– de toneladas). De las 90 firmas 50 son privadas, petroleras las más, con las cinco grandes antes citadas, además de British Coal Corp, Peabody Energy y BHP Billiton. También se menciona a British Coal Corp, Peabody Energy, más Aramco de Arabia Saudita, Gazprom de Rusia y Statoil de Noruega. Esta información, que incluye entes petroleros de México (Pemex), Polonia y Venezuela (PDVSA), habría servido para desbloquear la discusión en la COP de 2013. No fue así. El poder persuasivo de los cabildos fósiles es grande y de gran penetración en los gobiernos que integran y debaten tan grave asunto en la ONU y al mismo tiempo ofrecen crecientes subsidios a la energía fósil.

De cara a la COP 21 importa saber que las 90 operan en todo el mundo. Algunas en 43 países, explotando toda fuente de petróleo, gas y carbón, con miras al aumento de 40 por ciento del consumo de energía esperado en 2035. A las primeras 20 firmas corresponde 30 por ciento de las emisiones acumuladas. La atención sobre grandes imperios privados tipo Exxon, bien estudiados por Robert Engler (varios años) y Steve Coll (2012) es por las responsabilidades acumuladas, que se centran en monopolios fósiles vitales a la etiología del capitalismo. El problema no es la humanidad ni el Homo sapiens, sino el capitalismo existente: ahí están las Chevron y Exxon en pos de ganancias, desafiando a la comunidad científica e internacional y hasta a sus accionistas. Siguen su programa de inversión en ascenso, arrastrándonos en ruta al abismo. (Continuará) (http://www.jornada.unam.mx/2015/09/03/economia/028a1eco)